Se  acerca el verano,  el solcito nos llama a estar afuera, disfrutando de  los días cada vez más largos y  la promesa de las  vacaciones. 
Como  anticipo,les proponemos asomarnos a la playa y al mar.  Para soñar  aventuras y encuentros inesperados  aquí van unos textos que los van a  salpicar de agua salada,  espuma y caracoles.
Los cuatro mares
El mar dulce                                                   El mar rojo
Tiende la mesa a la hora del té.                       Juega a la batalla y siempre pierde.
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El mar negro                                         El mar salado
Enjuaga las horas de la noche.               Abraza a las  ballenas con su canto.
                                                        
                                                      Poemas de alta mar
                                 Canela   -Cecilia Afonso  Esteves
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La sonrisa de la ballena  
   
Makarena  era la ballena de peor carácter de Península Valdés. Se enojaba si  llovía, y también si no llovía. Protestaba si veía pasar un barco cerca y  también si pasaba lejos. Pero lo que más rabia le daba eran los  humanos. No soportaba verlos nadar con tanta torpeza, y menos toleraba  sus gritos o sus juegos en la playa.
Cecilia  y su hermanita jamás habían visto una ballena, pero eso no era un  problema: en la playa había un enorme tronco hundido en la arena y  decidieron que se trataba de una ballena. No una ballena cualquiera,  sino una ballena furiosa que atacaba las ciudades y se comía a los  niños. Menos mal que Cecilia y su hermanita defendían la humanidad de la  ballena asesina.
                                                                          
 La sonrisa de la ballena
                                                          Ricardo Mariño – Javier González Burgos
Penas de amor y de mar
A esa hora las chicharras hacían que el algarrobo fuera una sola música, y casi no se sabía si eso era un árbol o una canción.
Las  sandías ya habían madurado, las algarrobas eran una miel y los yuchanes  tenían tantas flores que el picaflor se mareaba sin saber cuál elegir. 
-¿Y ahora  para qué cantan? -le preguntó el sapo a una chicharra con cara de estar  muy contenta-. Ustedes cantando ya hicieron madurar las sandías; también  hicieron madurar las algarrobas, y encima florecer a los yuchanes…  ¿Para qué cantan ahora? -Para saber cómo es el mar –dijo otra chicharra-, y usted nos viene justito, don sapo. ¿Conoce el mar?
El sapo dio un paso atrás, puso una cara un poco rara, y con un tono más raro todavía dijo:
-Como conocer, lo conozco; pero ni vale la pena hablar del mar.
-Mire que dicen que es muy grande… -dijo la chicharra con cara de estar contenta.
-Grande sí, y no va a ser este sapo el que lo niegue… pero ser grande no sirve para nada. Un asco de grande -¿Es cierto que es más grande que este río?
-Bah, ni siquiera corre para ningún lado.  Está siempre quieto en el mismo lugar, déle hacer olas. Es lo único que  sabe hacer. ¿Qué tiene de lindo hacer olas todo el día? ¿Eh? ¿Me  quieren decir qué tiene de lindo?                                                                                      
 
  Penas de amor y de mar                                                                              Gustavo Roldán  -  Raúl Fortín
El gato de arena
Hay  un gato que es tan verdadero como los demás e igual a ellos en todo –es  decir, zarpas, dientes, bigotes, rabo, la manera de andar, lamerse y  desperezarse-, la única diferencia es la sustancia con que está hecho.  Rara, tratándose de un gato.
Se lo puede ver solamente en el lugar donde nace: la orilla del mar.
Al  gato lo hacen las personas, los chicos por lo general, mientras  construyen castillos en la playa. Lo hacen sin proponérselo. Ellos  cavan, apilan, humedecen, amasan y moldean la materia espesa de la  arena, siempre pensando en sus castillos, hasta que sin darse cuenta le  han dado forma a las distintas partes que componen el gato. No lo notan  todavía, pero el gato ya existe. 
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Cuando se cansaron de  jugar y abandonaron las construcciones, algo que siempre ocurre al  atardecer, el gato sale. Entonces se lo puede ver caminando por el borde  del agua. Como ya tiene el color claro de la arena seca, se recorta  bastante bien sobre el fondo más oscuro donde el mar moja.
Va y viene, sedoso, de una punta a otra de la playa, entre el espigón y las rocas, con la calma natural de los gatos.                                                                Ema Wolf  -  Matías Trillo
Y como siempre, para seguir disfrutando..., estos libros te están esperando en la biblio:
"Sopa de sueño y otras recetas de cocina."
José Antonio Ramírez Lozano- Riki Blanco
Kalandraka
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                                       "Un hombre con sombrero."
                                                                        Gustavo Roldán (h)
                                                                            Pequeño editor
"Diciembre, súper álbum."
Liliana Bodoc -Luis Scafati
Alfaguara Juvenil